Partiendo de la definición de SER TOTAL, se comprenden y discriminan los principios y niveles Alma y Espíritu. El Espíritu propiamente dicho comprende la activación del principio espiritual superior de Eternidad y de lo Individual pleno, donde el sujeto supera para siempre en su conciencia la fusión habitual negativa de los programas y los condicionamientos colectivos de todo tipo. De cualquier forma nunca deja de vigilarlo, pero verse separado para siempre es un auténtico renacimiento.
Lo espiritual es una nueva dimensión necesitada de activación en dos direcciones, a través de limpiar el canal humano para permitir que se manifieste y del propio enfoque en la misma espiritualidad.
Entran en juego las nociones ACTIVAR y SOSTENER que le son absolutamente propias, y que ninguno de los aspectos humanos requiere: Energía, Cuerpo, Emoción y Pensamiento ya están activados y se sostienen solos mientras la vida física exista.
Alma y espíritu no activados y sostenidos conscientemente permanecen en estado latente. Cuando no es el caso de haber llegado a una atrofia o a la realidad terrible que un autor llama de «amputación metafísica».
En la dimensión espiritual tomada en conjunto se trascienden la lógica de razón y voluntad, ego, lucha, salir del paso, dependencia de accidente positivo o de ciclo positivo como únicas herramientas para vivir, y las respuestas y soluciones comienzan a emerger desde el instinto, la intuición, la sincronicidad, las señales de los sueños, etc.
Lo Hiperbóreo remite al origen ancestral último del Ario de descender de la Raza Humana Primordial con esencia espiritual eterna. Es del ámbito arquetípico del padre que separa de la madre que retiene y devora.
En la vida común la «espiritualidad» más elevada encierra, niega y ataca al Espíritu y lo limita a un Alma colectiva, considerando todo el conjunto de la Materia como sagrada.
Puede ser difícil en un comienzo entender que eso es una prisión y una muerte.