La FILOSOFÍA DEL CONOCIMIENTO remite a la percepción y a la comunicación del plano del sentido y del juego de fuerzas que opera bajo toda situación, conducta o persona.
La aplicación práctica es explicar todo, EL TODO, pero comenzando por entender los principios básicos que sustentan las acciones comunes para extender esos contenidos a la interpretación y percepción de cada uno de los aspectos humanos y transpersonales: Energía, Cuerpo, Emoción, Pensamiento, Alma y Espíritu.
Entendiendo por caso que bajo una acción común está el sentido de contrarrestar naturalmente un problema, se puede aplicar el mismo principio de contrarrestar por ejemplo al campo emocional en donde suele vivirse cada evento como una fatalidad que debe soportarse sin actuar.
Existe una secuencia lógica natural del Saber que siempre funciona aunque no se conozca y que lamentablemente tiene varias posibilidades de contaminación.
El desconocimiento genera comprensión, percepción y acción deformadas, y lo trágico reside en el error tan común de creer que una percepción no tiene concepto previo y que todo se interpreta «de la nada» (por lo tanto en todos los casos “es esto porque lo veo, lo entiendo porque lo veo”) lo cual deriva necesariamente en que no hay que saber nada para percibir correctamente ni hay que conocer nada previo para comprender algo nuevo. Así el ser humano se condena a sí mismo a dejar de aprender y de ampliar su repertorio de percepciones y conductas.
Y otro error consiste en tener un concepto previo errado que lleve a percibir e interpretar erróneamente cualquier símbolo común, como una letra o un número.
Por ser conceptuales podemos representar mentalmente las cosas independientemente del contacto con ellas, y siempre va a existir un dato real o falso detrás de lo que se percibe o se cree percibir o interpretar.
Restablecer el conocimiento y la comprensión del esquema natural del Saber lleva a a percepciones, valoraciones, y conductas reales, y a un camino de enriquecimiento constante.